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“Policía juzga a Policía”

 

 

 




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La creación de un Sistema de Administración de Justicia Disciplinaria para la Policía que fuera avalado por el Consejo de Gabinete, fue rechazado por Martinelli luego de que Gustavo Pérez, Director de la Policía, expresara públicamente sus discrepancias con su jefe inmediato y proponente del proyecto, el Ministro de Seguridad Pública, José Raúl Mulino.

El hecho en sí confirma el notorio proceso de remilitarización que vive el país y la creciente prominencia política que viene ganando la Fuerza Pública de manos de un norieguista como Gustavo Pérez, ex Sub Jefe de la tenebrosa Unidad Especial Antiterror (UESAT) en los últimos días de la dictadura militar.

Mulino, repudiado por la opinión pública por sus nefastas actuaciones contra el pueblo en virtud de la política represiva que condujo, consideró que contaba con el apoyo de la Embajada yanqui en el impulso de este proyecto, y así lo hizo saber.

Sin embargo, Gustavo Pérez se impuso a José Raúl Mulino, sólo por un motivo: él le es más útil a Martinelli dentro del proyecto autoritario que lleva adelante el mandatario para prolongarse en el poder, para lo cual es indispensable contar con una institución armada leal.

Mulino, quien dijo en un momento, ante serios cuestionamientos por su desempeño en el cargo, que “no era hombre de renuncias”; no fue capaz de tomar tal decisión en medio de los escándalos de los radares y helicópteros; ni por las sucesivas masacres contra el Pueblo Ngäbe Buklé; ni por el crimen de los jóvenes quemados vivos en el Centro de Cumplimiento de Menores; ni por los ataques de que han sido víctimas niños escolares y maestras que protestan por el deplorable estado de sus escuelas; ni por los casos de violación carnal cometidos por agentes policiales, ni por el uso de armas letales en las manifestaciones contra el pueblo; ni por las constantes agresiones sufridas por los ciudadanos de parte de la policía; ni por el abuso del “pele police”; ni por los altos índices de criminalidad y delincuencia, prueba del fracaso de la política de seguridad; ni por las cotidianas violaciones a los derechos humanos ni a las garantías fundamentales de los panameños perpetradas por su ministerio y la Policía Nacional.  

Mulino fue el principal defensor de estas perversiones, atropellos y del sadismo de la Policía Nacional.  Ahora renunció al verse desautorizado por un subalterno cuya capacidad mental está en entredicho, pues cree permanentemente estar en un escenario de guerra contra el pueblo.

El espaldarazo dado por Martinelli a Gustavo Pérez es un mensaje claro a los miembros de la policía de que pueden seguir asesinando, violando mujeres, atropellando, coimeando, pisoteando los derechos humanos y las garantías fundamentales de los panameños.  Para ellos existe la impunidad absoluta bajo la concepción de que la Policía es juez y parte, puesto que “policía juzga a policía”, frase que si no es de Noriega es repetida tal cual por Gustavo Pérez.

La renuncia de Mulino también expresa el acelerado deterioro y descomposición del Gobierno de Ricardo Martinelli en franca caída libre en las últimas encuestas.  Otros, muy pronto, pueden seguir el mismo camino.

En el fondo el tema confirma el estado policiaco que vivimos y la podrida institucionalidad que vivimos y reitera la necesidad de una Asamblea Constituyente Originaria, autoconvocada por el pueblo, con plenos poderes, que refunda una nueva República de bienestar y progreso para todos.

Gran parte de la opinión pública, por razones obvias, celebran la renuncia de Mulino, el ministro peor evaluado en las encuestas.  Pero exigen, igualmente, la destitución del norieguista Gustavo Pérez por sus acciones criminales.

Los tres, Mulino, Pérez y Martinelli, bajo un Gobierno decente y realmente democrático que sólo puede ofrecer el FAD, deberan ser juzgados por crimenes de lesa humanidad.

 


Enviado el Sbado, 10 marzo a las 08:21:52 por franckoi
 
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