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Más sobre la condena a Lewis Galindo
Lo que queda al descubierto es la estrecha relación entre individuos con poder, la mafia internacional y algunos medios de comunicación, demostrándose con ello que son Tal para Cual.












Más sobre la condena a Lewis Galindo

Sólo La Estrella de Panamá, un solo día, el 24 de octubre pasado, publicó la sentencia contra Samuel Lewis Galindo y dos de sus socios y ex directivos del tristemente célebre Banco del Istmo, condenados al pago de 64 millones de dólares al mexicano José Pidena Trinidad y a una pena de 44 meses de prisión.  Ni una palabra más.

Sobre este caso, los otros medios han guardado silencio, salvo el diario La Prensa que, en su edición del martes 2 de noviembre pasado, y con la evidente intención de excusar al connotado miembro de la mafiocracia panameña y mentor polìtico de Ricardo Martinelli, publicó un artículo arguyendo una serie de hipótesis legales que, de seguro, a la larga conducirán a dejar esta condena sin efecto, tal como en el pasado lo han logrado los mismos hilos del poder que controlan la justicia en Panamá.

Según La Prensa, se trata de un caso que ya prescribió y que sienta un precedente porque se condena a un Presidente y representante legal de un banco por un delito cometido por un funcionario del mismo, en este caso Eduardo Masferrer, en ese entonces directivo y gerente de Banistmo, quien logró la nacionalidad panameña gracias a su amistad con la Presidenta de ese entonces, Mireya Moscoso.

En otras palabras, para La Prensa, tomándole los argumentos al abogado Tomás Herrera, elemento vinculado hace muchos años al periódico, lo que hagan los subalternos con los fondos depositados por los clientes (decenas de millones de dólares) no es una responsabillidad de los directivos del banco (depositario de estos fondos). Es decir, los dueños o directivos de una empresa determinada no son responsables de lo que haga su personal salvo que estos no sean importantes figuras de la oligarquía como ocurrió con los propietarios del bus incenciado en La Cresta o el testaferro de la empresa que introdujo el dietilenglycol a Panamá.

Pero más allá de lo que plantea jurídicamente este caso, lo que queda claramente al descubierto es la estrecha relación entre individuos con poder político y económico, la mafia internacional (narcotraficantes y lavadores) y los propietarios de algunos medios de comunicación, demostrándose con ello que son Tal para Cual.

Al parecer en este caso también han sido condenado el HSBC que compró posteriormente el Banco del Istmo, en lo que representó la pérdida para el estado panameño de unos 400 millones de balboas, lo que se conoce como la Estafa de la Ley Banistmo, noticia que puede ampliar con la lectura de los siguientes enlaces:

http://www.kaosenlared.net/noticia/vinculos-carlos-slim-martin-torrijos-cien-duenos-panama

http://www.kaosenlared.net/noticia/panama-fraude-bancario-caso-hsbc-banistmo

http://www.kaosenlared.net/noticia/panama-condenan-samuel-lewis-galindo-mentor-politico-martinelli-pagar-

http://www.kaosenlared.net/noticia/panama-vinculo-mafia-banistmo

http://www.kaosenlared.net/noticia/panama-frenadeso-denuncia-ley-banistmo

http://www.kaosenlared.net/noticia/mas-sobre-mafiocracia-panama-condena-samuel-lewis-galindo-medios-ocult

Reproducimos lo que sobre este caso escribía La Prensa en el 2000 y el último artículo al que nos hemos referido para que saquen sus propias conclusiones, además de otros reportajes de medios internacionales.

La Prensa 2 de octubre de 2000.

Un cliente y una cuenta especial

Todo comenzó en 1985, cuando el mexicano José Pineda Trinidad abrió tres cuentas especiales de 10 millones de dólares en el Banco del Istmo

Víctor D. Torres

vdagoberto@prensa.com

El Banco del Istmo, S.A. fue recientemente condenado por el Juzgado Tercero de lo Civil a pagar más de 21 millones de dólares. El banco recurrirá la sentencia inicial.

Lejos de ser un caso sencillo, en él confluyen las historias de un presunto narcotraficante mexicano, José Pineda Trinidad, una crisis nacional y un banco que acaba de emerger de una fusión que lo ha convertido en Primer Banco del Istmo, el mayor grupo bancario de Panamá, con 3 mil 700 millones de dólares en activos.

Todo empezó cuando Pineda Trinidad abrió en 1985 tres cuentas cifradas a plazo fijo en el Banco del Istmo, en las que depositó 10 millones de dólares. Quince años después, tras haber pasado por la cárcel –según uno de sus propios abogados, por delitos contra la salud (presumiblemente narcotráfico) y posesión de armas–, Pineda Trinidad reclama su dinero más los intereses, y costas legales del proceso judicial que ha entablado para supuestamente recuperar sus fondos. Todo ello suma la friolera de 21 millones de dólares.

El problema es que el banco asegura que, en medio de la crisis bancaria de 1988, justo antes de que cerraran los bancos en Panamá, devolvió ese dinero al mexicano. Pero las pruebas que aportó para probar lo que dice fueron desestimadas en primera instancia por el juez.

Un próspero porcinocultor

El Banco del Istmo abrió sus puertas a Pineda Trinidad –supuestamente– un ‘‘próspero porcinocultor’’ mexicano, a quien Eduardo Masferrer, en ese momento banquero de altos vuelos y gerente del Banco del Istmo, había recomendado como cliente.

A través de Masferrer, Trinidad abrió las cuentas especiales No. 70049, No.70116 y No. 70134 e hizo los depósitos. Después de eso, los ejecutivos del banco no supieron más nada de él.

‘‘No supimos cómo fue que él [Pineda Trinidad] quedó preso por delito contra la salud y posesión de armas’’, relata Jaime Alemán, actual secretario ejecutivo de la entidad. Pero, entonces, las cuentas estaban siendo investigadas por la Procuraduría General de México, según el propio abogado de Pineda Trinidad, José Sotero Buenrostro, en su testimonio en el juicio.

Dada la cuantía del depósito ¿hizo el banco alguna investigación sobre su nuevo cliente? ‘‘Eran otros tiempos’’, dice una fuente del banco. ‘‘Entonces la cuestión de la droga no era tan fuerte. Ahora tenemos una estricta política de ‘conozca a su cliente’. Además venía recomendado por Masferrer’’.

Banco del Istmo dice haberse enterado del negro pasado de Pineda Trinidad ahora, por el abogado de este, Buenrostro. Durante un interrogatorio en el juicio para recuperar los dineros de su cliente, el abogado admitió que su cliente había sido condenado en México por delitos contra la salud y por posesión de armas de fuego.

Trece años después de haber depositado sus millones en Banco del Istmo, el mexicano reapareció y preguntó por su dinero.

El banco respondió primero que las tres cuentas habían sido cerradas, y el dinero transferido al First Interstate Bank International de Miami, en una nota del 3 de marzo de 1988 firmada por Masferrer, la vicepresidenta internacional Maura A. de Rojas (quien después aparecería como esposa de Masferrer) y supuestamente el propio Pineda Trinidad.

[En una aparente contradicción, una carta del 1 de diciembre de 1998 del banco indica que una de las tres cuentas nunca se cerró, la 70116, de la que Pineda Trinidad retiró 27 mil dólares. La cuenta, al menos hasta el 1 de diciembre de 1998, se mantenía activa.]

En noviembre de 1998, el mexicano denunció ante la Policía Técnica Judicial (PTJ) –por falsedad– a Banco del Istmo y a su ex gerente, Eduardo Masferrer. También interpuso una demanda civil ante los tribunales para tratar de recuperar sus depósitos, cuyos primeros resultados ahora se revelan.

Pineda Trinidad acusa tanto a la institución como a Masferrer de haber alterado su firma en una nota que, supuestamente, autorizó la transferencia del dinero de dos de sus cuentas bancarias.

La firma Moreno & Fábrega, cuyos abogados fueron contratados por Pineda Trinidad en la demanda, asegura que su cliente no ha dado poder ni instrucciones a ninguna persona para que cancele o retire las sumas depositadas en las cuentas especiales.

Los millones del ‘porcinocultor’

Los hechos y las pruebas aportadas en el juicio no coinciden, según una rocambolesca sucesión de peritos

Víctor Dagoberto Torres

vdagoberto@prensa.com

Según Banco del Istmo, el mexicano José Pineda Trinidad –que fue uno de sus primeros clientes– solicitó la transferencia de sus fondos debido a la inseguridad que existía en 1988 en Panamá. Fue en ese año cuando las autoridades ordenaron el cierre de los bancos y el congelamiento de las cuentas tras el enfrentamiento entre el ex general Manuel Antonio Noriega, el entonces presidente Eric Arturo Delvalle y el Gobierno de Estados Unidos.

‘‘En esa época, fue que Pineda pidió al banco que sacara su dinero para evitar el congelamiento de los fondos’’, dice Jorge Federico Lee, abogado de Banco del Istmo. Según el banco, se logró sacar el dinero de Panamá justo antes de que se congelaran los depósitos.
Fue Eduardo Masferrer –a quien los abogados de Banco del Istmo definen como un banquero ‘‘inteligente, brillante y de una reputación solvente’’– el que tomó las riendas del dinero de Pineda Trinidad, aseguran las fuentes del banco.

En el expediente del caso, consta que Masferrer fue el funcionario que dispuso la transferencia del dinero el 3 de marzo de 1988, es decir, un día antes de que el Gobierno ordenara el cierre de los bancos. Según documentos aportados por el banco, la transferencia fue de 10 millones 228 mil 99 dólares con 74 centavos a una cuenta del Banistmo Financial Services abierta en el First Interestate Bank International de Miami. El dinero fue depositado en la cuenta No.3544-010336-001 en el First Interestate Bank de la mencionada sociedad. Los documentos obtenidos por La Prensa revelan que Masferrer, junto con su esposa, Maura de Rojas, eran el presidente y la secretaria y tesorera, respectivamente, de Banistmo Financial Services.

Siete semanas después, Masferrer presentó su renuncia al Banco del Istmo y se trasladó a Miami, donde posteriormente fundó el Hamilton Bank.

Banco del Istmo rescató de las gavetas de sus abogados una nota del 25 de mayo de 1988 en la que aparentemente figuran las firmas de Masferrer y Pineda Trinidad e indica que los fondos fueron remitidos a la cuenta de Banistmo Financial Services. Esa –junto con la firma de la nota del 3 de marzo– es la firma que Pineda Trinidad tacha de falsa.

Posteriormente –según el banco–, el 26 de mayo de 1988, Pineda Trinidad dispuso del dinero y lo depositó en el Southern Bank & Trust Co. Ltd. de Montserrat, Indias Occidentales Británicas, para establecer en dicho banco tres fideicomisos y un depósito a plazo fijo a nombre de su mujer e hijos.

Ni el First Interstate Bank ni el Southern Bank & Trust Co. Ltd. existen ya.

Según un detective de Scotland Yard que investigó las operaciones ilícitas de Montserrat a finales de la década los 80, el Southern Bank & Trust Co. Ltd. fue creado por Masferrer, junto con otra serie de bancos.

Southern Bank & Trust consiguió el 22 de abril de 1988 licencia, que fue revocada en febrero de 1990. Originalmente, el banco fue propiedad del Southern Bank Corp., con domicilio en Miami, cuyos directores eran el mismo Masferrer, y Maura de Rojas y Andrés Gómez Mena, informó el investigador desde Gran Bretaña. ‘‘El banco nunca tuvo oficinas en Montserrat, y, hasta donde yo sé, no mantenía ningún archivo en Montserrat’’.

Una ‘‘papa caliente’’

La defensa de Banco del Istmo define el caso como una ‘‘papa caliente’’ que ningún juez encontraría fácil de pelar. ‘‘Era una papa caliente, y por eso el juez principal ÀJorge Luis Lau se fue de vacaciones y dejó encargado al juez suplente, ÀSamuel JiménezÂ, quien dio su veredicto con una inusual rapidez’’, dice Jorge Federico Lee, abogado del banco.

El fallo se dio el pasado 24 de agosto. Al juez suplente Samuel Jiménez le tomó 41 páginas condenar al banco, al que condena a pagar a Pineda Trinidad el capital (10 millones 228 mil 99.74 dólares), más 9 millones 877 mil 826.41 dólares en concepto de intereses, y un millón 338 mil 105 dólares en costas.

De paso, el juez absolvió a Masferrer por no ser él depositario de los fondos de Pineda Trinidad, sino Banco del Istmo.

Lee cuestiona el fallo, y asegura que se cometieron irregularidades en el proceso, no sólo por la rapidez con que se dio el veredicto, sino también por la desestimación de pruebas aportadas que considera fundamental.

El abogado, socio de la firma Alemán Cordero, Galindo & Lee, estuvo al frente del proceso civil. A su juicio, tampoco se dio oportunidad a que se analizara otra ‘‘prueba clave’’ solicitada al procurador general de Montserrat, que, según él, confirma que Pineda Trinidad abrió tres cuentas en el Southern Bank & Trust, donde supuestamente transfirió el dinero del First Interestate Bank International de Miami.

Dicha prueba, agrega Lee, llegó el 17 de agosto a la Corte Suprema de Justicia de Panamá y al día siguiente fue enviada al juzgado. Cuatro días después, Jiménez ordenó su traducción al español, que recibió en su despacho el jueves 24 de agosto a las ocho de la mañana. Lee cuestiona el hecho de que al juez le tomara sólo ocho horas concluir que la prueba aportada por el banco ‘‘no tenía valor por falta de timbres’’

Una fuente judicial comentó que el problema surgido con las pruebas enviadas del Southern Bank & Trust es que los documentos no estaban autenticados. Sin embargo, Lee sostuvo que para este tipo de casos no se necesita esa formalidad.

Otro argumento del Banco del Istmo es que, transcurridos cinco años desde el cierre de una cuenta, los reclamos de un cliente prescriben. A Pineda Trinidad le tomó reclamar más de diez años.

Guerra de peritos

Dos de las pruebas más importantes de la defensa dependían de que se reconociera la firma de Pineda Trinidad como auténtica en una carta del 3 de marzo de 1988, en la que Banco del Istmo informa a su cliente de que ha liquidado sus cuentas y transferido los diez millones de dólares al First Interestate Bank International, y otra, 25 de mayo de 1988, en la que, supuestamente, Pineda Trinidad autoriza al banco a dejar sin efecto sus contratos de fideicomiso con dichas cuentas (ver facsímiles).

Pero ello culminó en una rocambolesca secuencia de peritajes.

Por un lado, los peritos del Banco del Istmo concluían que las firmas son de puño y letra de Pineda Trinidad. Pero, por el otro lado, los peritos del Ministerio Público y de la PTJ –en concreto del perito Jorge Deago–, concluyeron que no se puede afirmar que las firmas pertenezcan al mexicano.

Pero un perito de la acusación, Antonio Pérez Aguilar, así opinó, fue rechazado por tener antecedentes penales relacionados con caso de falsificación. Dado eso, el juez recurrió a un perito de la PTJ, Jorge Deago.

Sin embargo, la transcripción del interrogatorio a Deago muestra que este es dubitativo y no sabe contestar las preguntas técnicas del abogado del banco. ‘‘El perito Jorge Deago no sabe nada –refuta Lee–. Cuando le repregunté esquivó todas las preguntas’’.

La Prensa llamó a Criminalística de la PTJ para hablar con Deago, pero se informó de que este había sido trasladado al departamento de Documentología, y de que se encontraba ‘‘de vacaciones... No se sabe cuando regresa’’, informó una oficinista de nombre Adelaida.

El fallo

Entre sus argumentos, Jiménez sostiene que el Banco del Istmo reconoce que Pineda Trinidad no es el propietario de la cuenta de Banistmo Financial Services Inc. en el First Interestate Bank International –donde inicialmente se envió el dinero–, que estaba a nombre de una sociedad, Banistmo Financial Services Inc. Además, durante una diligencia exhibitoria en el Banco del Istmo, no se encontraron documentos originales sobre la existencia de la sociedad Banistmo Financial Services, Inc.

Asimismo, determinó que las pruebas presentadas por Banco del Istmo carecen de eficacia probatoria por carecer de autenticidad, y no han sido remitidas por conducto de una oficina estatal. El juzgado determinó que Banco del Istmo no pudo aportar al proceso pruebas documentales o de cualquier otra índole que den fe de que la transferencia de los fondos se realizó.

Los abogados del Banco del Istmo han anunciado que apelarán ante el Primer Tribunal Superior de Justicia.

Para realizar este reportaje, La Prensa trató de hablar con la representante legal de Pineda Trinidad, María Fábrega, quien se negó a dar una entrevista. ‘‘Nuestra firma no acostumbra a dar declaraciones a los medios de comunicación sobre los procesos que llevamos en los tribunales –dijo–. Además, el cliente no nos ha autorizado a hablar sobre el caso. Las reclamaciones se están ventilando en el tribunal’’. Asimismo, se trató de localizar a Eduardo Masferrer, quien se hallaba de viaje, de acuerdo con una de sus secretarias, del Hamilton Bank, consultadas en las oficinas de Miami telefónicamente.

La Prensa, 23 de diciembre de 2000.

Habla Pineda Trinidad

El mexicano, de su propia voz, reitera que sus 10 millones fueron transferidos por Banco del Istmo sin su autorización

Víctor D. Torres

vdagoberto@prensa.com

La Prensa publicó el pasado 2 de octubre un reportaje sobre el caso de José Pineda Trinidad, quien ganó, en primera instancia, un juicio civil contra el Banco del Istmo, S.A. que obliga al banco a pagarle 21 millones de dólares en concepto de capital, intereses y costas. Ni Pineda Trinidad ni sus abogados quisieron hablar en aquel momento, pero ahora decidieron ofrecer su versión de los hechos.

En 1985, Pineda Trinidad depositó 10 millones de dólares en tres cuentas especiales de inversión (las números 70049, 70116, y 70134) en el Banco del Istmo, S.A. En ese entonces, Eduardo Masferrer era gerente de la entidad, y Maura Acela Acosta Ledesma de Rojas –hoy de Masferrer– era la directora del área internacional del banco.

Esas cuentas han sido el eje de una controversia que produjo, el pasado 24 de agosto, la sentencia del Juzgado Tercero de lo Civil, contraria al banco. La entidad –hoy Primer Banco del Istmo– apeló la decisión hace unas semanas ante el Primer Tribunal Superior de Justicia.

Los documentos en el caso muestran que los fondos, que ascendían a 10 millones 228 mil 99 dólares con 74 centavos, de las cuentas 70049 y 70134 de Pineda Trinidad en Banco del Istmo, fueron transferidos el 3 de marzo de 1988 a una cuenta de la sociedad Banistmo Financial Services en el First Interstate Bank International de Miami, hoy desaparecido.

Banco del Istmo dice haber hecho la transferencia en un momento de crisis en el centro bancario, con el objeto de salvaguardar el dinero de su cliente, y que luego transfirió el dinero al Southern Bank & Trust, de Montserrat –también desaparecido–.

Sin embargo, Pineda Trinidad cuestiona la transferencia. Según una demanda interpuesta por él en México el pasado 10 de julio contra Masferrer y su esposa, estos dos últimos eran integrantes del Consejo de Administración de Banistmo Financial Services, sociedad inscrita el 5 de abril de 1988 en el estado de Florida, EU. El 4 de mayo del mismo año, la sociedad recibió autorización para ejercer el comercio en Florida.

Menos de tres meses después –señala la demanda– Banistmo Financial Service cambió de nombre a Southern Services Inc., donde nuevamente Masferrer y su esposa se mantenían como administradores.

Pineda Trinidad afirma en su demanda que ‘‘resulta inverosímil que el día 3 de marzo de 1988... [Banco del Istmo] hubiere remitido mi dinero a la cuenta de una empresa que para esa fecha aún no existía [refiriéndose a Banistmo Financial Services], ya que ésta [no] se constituye hasta el día 5 de abril de 1988, esto es, 31 días después del supuesto, pero falso, traslado de mi dinero a la aludida cuenta en Miami, Florida’’.

La fecha del 3 marzo aparece en las pruebas documentales que aportó el propio banco.

En conclusión, Pineda Trinidad asegura que las transferencias –si es que se hicieron– se realizaron sin su autorización. También niega que haya firmado documento alguno autorizando el traslado de su dinero.

Banco del Istmo sostiene que los fondos de Pineda Trinidad fueron entregados por el Southern Bank & Trust a Pineda Trinidad. Asimismo, los abogados del banco –la firma Alemán, Cordero, Galindo & Lee– aseguran que, durante el juicio en Panamá, proporcionaron pruebas de que esas transferencias se realizaron y de que Pineda Trinidad recibió el dinero.

El juez suplente del juzgado tercero civil, Samuel Jiménez, sin embargo, desestimó las pruebas de los peritos de la defensa que identificaban como buena la firma de Pineda Trinidad en dos cartas: una 3 de marzo de 1988 y otra de 25 de mayo 1988, que acreditaban la supuesta transferencia de dichos fondos.

Tampoco fue acogida una certificación del Southern Bank & Trust de Monserrat, presentada a última hora, en la que, según el banco, Pineda Trinidad posteriormente habría depositado el dinero.

Lo único en lo que ambos, tanto el banco como el cliente, están de acuerdo es en que Masferrer se encargó personalmente de las operaciones. Pero el banquero no respondió a un cuestionario de La Prensa enviado a sus oficinas en Miami hace varias semanas, y su abogado Rogelio Arosemena se ha abstenido de hacer declaraciones públicas sobre el caso.

¿Otros diez millones?

Pineda Trinidad relata que, a principios de 1988, Masferrer –siendo aún gerente del banco– le reveló que estaba en vísperas de salir de Panamá y radicarse en Miami, en donde tenía proyectos para captar inversionistas y adquirir el Alliance National Bank, hoy Hamilton Bank, y del que es actualmente presidente (chairman).

‘‘Me invitó –dijo– a participar en esa inversión y compra de acciones, por lo que, poco tiempo después le entregué [otros] 10 millones de dólares en la ciudad de Guadalajara, Estado de Jalisco, México’’, asegura Pineda Trinidad en un testimonio escrito que envió a La Prensa. El dinero de Pineda Trinidad fue supuestamente entregado al hermano de Masferrer, Miguel Angel Masferrer.

Con los nuevos fondos se constituyeron tres trust (fideicomisos), y Pineda Trinidad se hizo con el 5% del Alliance Bank.

El Hamilton Bank es hoy uno de los bancos más importantes en banca comercial de la región.

Pero, según explica el mexicano, los 10 millones entregados en Guadalajara, en todo caso, nada tienen que ver con sus inversiones hechas en el Banco del Istmo y las transferidas a Miami y Montserrat.

Las acusaciones

El caso de los dineros de Pineda Trinidad en Banco del Istmo ha trascendido las fronteras de lo que estrictamente se refiere a las transferencias bancarias y al proceso judicial para pasar a un cuestionamiento sobre cómo Pineda Trinidad hizo dinero.

Durante el juicio civil en Panamá, interrogado por los abogados de la defensa, José Sotero Buenrostro, abogado de Pineda Trinidad, admitió que su cliente había estado en la cárcel por delito contra la salud pública y posesión de armas. Pineda Trinidad también lo admite.

Según explica Pineda Trinidad, Miguel Angel Masferrer (hermano de Eduardo) y la esposa de este último, estaban visitándolo el 15 de junio de 1988 en su casa de Guadalajara, cuando fueron detenidos por la Policía Judicial Federal de México.

La detención se produjo, según el mexicano, porque el embajador de Estados Unidos en México había enviado una carta a la Procuraduría General sugiriendo que Pineda Trinidad realizaba actividades ilícitas. La afirmación del diplomático se basó, según explica Pineda Trinidad, en una carta anónima remitida al embajador previamente.

El mexicano enfrentó entonces un proceso judicial largo, tras el cual, pasó casi cuatro años en la cárcel (1991–1994).

Pero ‘‘el fiscal no pudo probar que mi dinero tuviera una fuente ilícita y, por el contrario, yo sí demostré la licitud de su procedencia’’, afirma. Incluso, dice, por orden de un tribunal unitario de circuito en México, le fue devuelta la totalidad de sus propiedades y dinero.

Pineda Trinidad afirma ser propietario de la Inmobiliaria del Pacífico de México, un rancho, una granja y muchos otros negocios en aquel país, y que su fortuna proviene de una herencia que le dejó su padre. ‘‘Parte de esa herencia es la que deposité en Banco del Istmo, porque creí en esta institución y en su gerente, Eduardo Masferrer’’, dice.

‘‘Yo no escondo lo que me pasó. Es cierto que estuve detenido tres años y ocho meses. Y demoré en venir a Panamá porque no podía salir del país’’, afirma.

Pero ‘‘no soy un delincuente y tampoco me escondo de nadie... Mire, yo no he venido con mentiras a sorprender ni a robarle a nadie. Vengo a reclamar lo mío, lo que es de mi patrimonio y de mis hijos’’.

Una vez en libertad, Pineda Trinidad viajó a Panamá a reclamar su dinero en el Banco del Istmo, donde se le informó de que sus fondos habían sido transferidos al First Interstate Bank en Miami el 25 de mayo de 1988.

Así fue como emprendió un juicio civil contra el Banco del Istmo, que se ha resuelto a su favor, como se ha dicho, en primera instancia.

Por otro lado, Pineda Trinidad niega ser el mismo Pineda Trinidad del que hablan dos reportajes del periódico Reforma de México, reseñados por La Prensa el día 2 de octubre. Dicho Pineda Trinidad es descrito en los reportajes como un antiguo capo del cartel de Juan José Esparragosa Moreno, alias ‘‘El Azul’’, que dominaba la ruta de la droga desde Asia y Perú a México.

‘‘No tengo nada que ver con... el reportaje publicado por el diario Reforma’’, asegura. ‘‘Hay una persona distinta a mí, que se llama Juan José Pineda Trinidad, y no me interesa saber quién es. Puedo demostrar que no somos la misma persona’’. La confusión se produjo porque en los reportajes se habla de un Juan José Pineda Trinidad y otro José Pineda Trinidad.

A la hora de los cuestionamientos, Pineda Trinidad se pregunta, por su lado, de dónde sacó la plata Masferrer para ‘‘construir’’ el Hamilton Bank. El asegura que, a pesar de ser gerente del banco, Eduardo Masferrer era una persona de escasos recursos económicos cuando lo conoció, y que éste recibió una modesta compensación –de varios miles de dólares– tras su renuncia del Banco del Istmo el 25 de abril de 1988.

‘‘Yo creo que con ese dinero no se puede comprar un banco en Estados Unidos’’, señala. En cambio ahora, Eduardo Masferrer y Maura Acela de Masferrer son titulares de más del 90% de las acciones del Hamilton Bank, en Estados Unidos, Guatemala, Costa Rica, Panamá, Puerto Rico y otros países’’.

‘‘Esto les representa una considerable fortuna que no encuentra una explicación lógica, a la cual seguramente yo contribuí contra mi voluntad’’, se lamenta ahora Pineda Trinidad.

Alberto Vallarino habla

El vicepresidente del Banco del Istmo, Alberto Vallarino, también decidió ofrecer su versión sobre el caso. ‘‘Estamos en el proceso de apelación y hemos ampliado nuestro equipo legal para tener más mentes pensando sobre el mismo caso’’, dice Vallarino.

En el juicio, su banco es representado por Alemán, Cordero, Galindo & Lee, pero también hay otras firmas de abogados que están trabajando conjuntamente con ellos, agregó.

Vallarino sostiene que todos los abogados se sienten muy optimistas de que se ganará el caso en apelación. ‘‘Es algo que hemos divulgado entre nuestros accionistas, entre nuestros bancos corresponsales y ante la Superintendencia de Bancos.

El banquero insiste en que Banco del Istmo ya pagó los 10 millones de dólares a José Pineda Trinidad. ‘‘Es por eso que siento que nos asiste la razón’’, dijo.

A juicio de Vallarino lo que pasó es que, simplemente, la prueba que presentó el banco no fue admitida porque le faltaba una autenticación. Eso fue un error del juez –sostiene el banquero– porque los documentos que vienen de gobierno a gobierno, en este caso, a través de la Corte Suprema de Justicia, ‘‘no necesitan ser autenticados’’.

Para Vallarino, la prueba principal –que era la constancia de pago a Pineda Trinidad– no se admitió, pero ‘‘ahora estoy seguro de que, en el Tribunal Superior será admitida, porque fue un error del juez suplente que falló este caso no admitirla’’.

Vallarino cree que fue bastante cuestionable la forma en que se manejó este caso en primera instancia. A su juicio, ya había prescrito y el juez utilizó jurisprudencia para depósitos a plazo fijo que es ‘‘totalmente diferente a la que se debe aplicar’’.

El banquero está seguro de que el caso irá a parar a la Corte Suprema de Justicia, porque Pineda Trinidad, seguramente, apelará el fallo del Tribunal Superior, si este es favorable al banco. ‘‘Es improbable que nosotros perdamos el caso, pues también apelaremos nuevamente a la Corte Suprema de Justicia, porque sentimos que nos asiste la razón’’, concluyó.

El Artículo de La Prensa de 2 de noviembre de 2010.

CASO BANISTMO-JOSÉ PINEDA TRINIDAD

Detalles de un polémico y contradictorio fallo penal

Un fallo del Juzgado Tercero Penal declara culpable a un ex presidente de banco por una acción del gerente.

EDITH CASTILLO DUARTE

ecastillo@prensa.com

El juez tercero de Circuito de lo Penal, Adolfo Mejía, ha creado un precedente en la jurisprudencia nacional, al hacer responsable a un directivo y representante legal de una empresa por la actuación de un funcionario.

En un fallo emitido el pasado 22 de octubre, el juez declaró culpables del delito contra el patrimonio (apropiación indebida) al presidente y representante legal del desaparecido Banco del Istmo, Samuel Lewis Galindo, así como al gerente Eduardo Masferrer y a una de las ex funcionarias, y hoy su esposa, Maura Acosta de Masferrer.

La condena es de 44 meses de prisión, los cuales pueden ser pagados mediante días multa, además de una indemnización por 64.3 millones de dólares en concepto de responsabilidad civil.

El caso corresponde a una querella interpuesta en 2,000 por el ciudadano de nacionalidad mexicana José Pineda Trinidad, cuando Banistmo aún no se había vendido al HSBC.

Pineda Trinidad, que había sido condenado en su país por delitos contra la salud (narcotráfico) y posesión de armas, reclamaba 10 millones de dólares que había depositado en el banco y que la entidad supuestamente se negaba a entregar.

A consecuencia de esto, el supuesto afectado acudió a la instancia civil para reclamar sus derechos; sin embargo, luego de varias instancias el proceso fue declarado prescrito y en consecuencia no se llegó a comprobar responsabilidad alguna.

Durante este proceso el banco presentó documentación que demostraba que Pineda Trinidad había recuperado sus fondos a través de una transferencia que hizo Eduardo Masferrer a unas cuentas de una empresa de su propiedad domiciliada en Miami.

En el proceso civil el fallo favoreció al banco, puesto que por las tres instancias que pasó el expediente se determinó la prescripción del caso, en vista de que los fondos fueron depositados en 1985 y no fue sino hasta 1998 que se reclamaron.

En lo penal

Después de agotar la vía civil, el demandante acudió a la esfera penal, en la que en primera y segunda instancia también se reconoció la prescripción del caso.

Finalmente, la Sala Segunda de la Corte Suprema de Justicia luego de que se interpusiera un recurso extraordinario de casación pidió el llamamiento a juicio.

La ponencia estuvo a cargo de la ex magistrada Graciela Dixon y del actual magistrado Winston Spadafora. La ex magistrada Esmeralda Arosemena de Troitiño salvó su voto.

En su salvamento de voto de Troitiño dijo: “no encuentro sustento jurídico para que esta Sala se pronuncie ordenando la apertura de causa criminal, pues lo único que se discute en esta fase de conocimiento es determinar si ha operado o no la prescripción de la acción penal”.

También consideró que no correspondía decretar el llamamiento a juicio sin haber agotado el análisis probatorio correspondiente, tarea a la que no se había entrado aún, pues las otras instancias solo se habían pronunciado sobre la prescripción de la acción.

El abogado Tomás Herrera señaló que se ha debido tomar en consideración el fallo civil que declaró la prescripción. Además, consideró que el presidente de un banco grande no puede tener conocimiento de las transacciones que a diario se hacen. “Es imposible que se le responsabilice por fraudes individuales, por algo que está mucho más allá de su control”.

Tomado de Rebelión

Primo de torturador y narco-banquero

Jean-Guy Allard

Cuando se sentó en la mesa que le había reservado su amigo Alex Penelas, alcalde de Miami-Dade, en el gran banquete convocado para honrar a los Reyes de España, el banquero Eduardo Masferrer sintió un inmenso orgullo de encontrarse así, sentado a unos metros de Sus Altezas. Es cierto que era demasiado para un primo del pandillero cubano Rolando Masferrer, amigo de narcotraficantes famosos, cómplice de Jorge Más Canosa, especialista en lavado de dinero... cuyo banco, el Hamilton Bank, ya bajo investigación, iba a "explotar" poco después.

Pero así es Miami. Entonces honorable miembro de la fauna financiera de la Florida del Sur, vinculado a los círculos anexionistas cubanoamericanos que exhiben su desprecio por su tierra de origen, Masferrer iba hasta hacer pronósticos en la prensa sobre la llamada "transición" en Cuba. Pronósticos recogidos por esta 'prensa libre' floridana que no pierde una oportunidad de acostarse con todo lo que se parece a una gran fortuna.

Primo del más famoso y cruel esbirro del régimen de Fulgencio Batista, cuya sangrienta pandilla, los tigres de Masferrer, fue posiblemente la pionera de las bandas paramilitares en América, el banquero nació en la Isla, pero se educó en Estados Unidos y obtuvo la nacionalidad panameña el 31 de octubre del 2001, mediante la Resolución 220 del Gobierno de la presidenta Mireya Moscoso.

Apareció en el panorama financiero de Miami cuando compró 4,4 millones de dólares en acciones del Hamilton Bancorp Inc., mientras era Gerente General del banco del Istmo de Panamá.

El 11 de enero del 2002, la Oficina del Controlador de la Moneda (Office of the Comptroller of the Currency OCC), organismo federal que rige el sistema bancario estadounidense, interviene el Hamilton Bank, después de haber investigado un sinnúmero de irregularidades desde 1998 y comprobado la mala voluntad y la falta de transparencia de los administradores para la resolución de los problemas identificados a través de varias inspecciones.

En el momento de la intervención, el banco poseía activos por 1,3 mil millones y depósitos de 1.2 mil millones. Tenía nueve sucursales, en Florida y Puerto Rico, gestionando 3 600 cuentas.

El desastre financiero reveló de repente el increíble desgreño administrativo en que incurrieron el principal ejecutivo del banco, Masferrer, el presidente Carlos Bernace y el jefe de la Oficina de Finanzas, John M. R. Jacobs.

LA OCC DETECTA "ABUNDANTES" ACTIVIDADES SOSPECHOSAS

Poco después, en marzo del 2002, la OCC prohíbe al banco llevar nuevas transacciones con 33 compañías o personas... incluso con el cónsul general de Panamá en Miami, Manuel Salerno Cohen, un ex director y presidente de la compañía Alexander H. Cos, propiedad de Masferrer, quien controla o firma para 26 diferentes cuentas en el banco.

La OCC también prohíbe nuevas transacciones con Máximo Addad, un mexicano dueño de la firma PYCSA, que construyó el Corredor Norte en Panamá -un camino de peaje- y que controla dos compañías extranjeras, Perpetual International Holdings y Alderly Management, que eran beneficiarios de unos 25,6 millones de dólares en préstamos y transferencias electrónicas.

El diario La Prensa, de Panamá, tuvo acceso al dossier y reveló que los investigadores del OCC concluyeron: "En el banco hay abundantes actividades sospechosas no monitoreadas que sugieren lavado de dinero; fueron conducidas a través de cuentas bancarias y con la activa participación de los empleados del banco".

Sin embargo, la mayor preocupación para los investigadores federales de la OCC residía en una serie de préstamos rusos y transacciones con un valor de 129 millones de dólares, es decir más de la mitad de los 251 millones de dólares del valor de las transacciones de 1998 al 2000.

Otro comportamiento sospechoso está ilustrado por un préstamo de 15 millones de dólares a la compañía Golden Visión Finance, radicada en las Islas Vírgenes Británicas, de la cual Masferrer era accionista...

Según el Miami Herald, sólo en el año 2000, cerca de 2 mil millones de dólares procedentes de América del Sur y entregados en sacos de billetes o de giros postales, todos hechos a nombre de una misma persona, transitaron por el Banco de Masferrer.

EL APELLIDO DEL TERROR

En las primeras horas de enero del 59, al triunfo de la Revolución, el primo de Eduardo el banquero, Rolando Masferrer llenó un yate de dinero robado al Estado cubano y se dirigió, con su socio, el congresista Eladio del Valle, hacia las costas de su nueva patria, los Estados Unidos de América, como muchos "dignatarios" del gobierno batistiano.

Desde la Florida, Masferrer fue entre los primeros en tratar de organizar atentados contra el Jefe de la Revolución cubana, bajo orientaciones de Richard Bissell, de la CIA. Los archivos de la prensa señalan el arresto in fraganti en Cuba de cuatro de sus sicarios, el 26 de marzo de 1959, cuando preparaban tal crimen.

En Miami, con la complicidad de Orlando Eleno Piedra Neguerela, ex jefe del Buró de Investigaciones Criminales de la Policía nacional cubana, y el tristemente célebre Armentino Feria Pérez, Masferrer se conformó una nueva tropa de matones y se dedicó a intimidar y extorsionar a pequeños comerciantes en la propia Miami, bajo pretexto de recoger fondos para atacar a Cuba.

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Enviado el Mircoles, 03 noviembre a las 13:22:58 por franckoi
 
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